Hablar de COVID en estos días se ha vuelto algo tan común que se ha tornado hasta aburrido. Ya nada nos parece nuevo ni interesante; es casi como si viviéramos en un constante déjà vú, algo crudamente cíclico, atrapados como Bill Murray en la película “Groundhog day” (Hechizo del tiempo).
Es como experimentar una y otra vez las etapas del duelo:
- Negación. Nos oponemos por completo a la realidad que se nos presenta. Muchos llegamos a creer que el virus nunca llegaría a nuestro país, pues se encontraba en un lugar muy lejano. Una vez que llegó, nos negamos a creer que se disiparía a toda la población. Otros tantos se negaron por completo a creer en él y seguirán atrapados en esta etapa por mucho tiempo.
- Ira. En esta fase surgen todos los: “¿Por qué?”, todo nos parece mal y nos quejamos con todos y por todo lo que nos sucede. Y es que es tanto nuestro coraje que no nos soportamos ni a nosotros mismos. ¿Cómo no sentirnos enojados? ¿Cómo es posible que se saliera de control tan rápido? ¿Por qué nadie hace nada al respecto? O, en su defecto, ¿Por qué me prohíben salir? ¿Por qué me quieren obligar a seguir estos protocolos? ¡Están atentando contra mi libertad! ¡Están afectando mi negocio!
- Negociación. Sabemos que está aquí y que no hay nada que se pueda hacer al respecto, y aún si no creyéramos que el virus sea real, la crisis mundial en definitiva lo es. Nos comprometemos a extremar precauciones y probablemente estamos buscando hacer algo de provecho con nuestro tiempo (algún hobby, actividad, aprender algo o hasta emprender un negocio), mientras estamos recluidos en casa. Necesitamos algo que nos ayude y motive a seguir adelante, nos aferramos a todo aquello que nos de esperanza y, sobretodo, aleje nuestras mentes de pensar en lo obvio.
- Depresión. Nos sentimos solos, derrotados, melancólicos; incluso podemos sentir que la vida ha perdido todo sentido. Tal vez perdimos a alguien, nuestro trabajo/negocio, o simplemente nos vemos agobiados por la incertidumbre que representa el futuro. ¿Y si esto no tiene fin? ¿Si sólo empeora? Sin embargo, esto nos está ayudando a entender la situación de una manera más profunda, enfrentándola como una especie de catarsis; es quitarnos un peso de encima al aceptar la realidad y permitirnos avanzar, aun cuando el camino por delante no pareciera esperanzador.
- Aceptación. La vida perdió sentido y lo recobró casi de la misma manera. Estamos viviendo una nueva realidad y está en nosotros el adaptarnos a ella para continuar. Esto representa el final de muchas cosas que nos eran familiares, cómodas y fáciles… ahora tenemos que empezar de nuevo, con una nueva perspectiva y una mayor comprensión del valor de todo.

Y justo cuando llegamos a la aceptación (o estamos a punto de), pareciera que el ciclo comienza de nuevo. Pero la enseñanza que esto nos deja es que, cada vez que revivimos una etapa, la vemos con ojos distintos; aprendemos algo nuevo al vivir lo mismo una y otra vez. Como cuando vemos una película muchas veces y notamos cosas que habían escapado a nuestra atención, o entendemos un mensaje diferente en la misma historia.
Volveremos a ver la noticia donde se habla de una nueva vacuna, pero luego nos dirán que tendrá que postergarse; sonreiremos con esperanza al leer que ha bajado el número de contagios en un lugar, sólo para escuchar que en otro se triplicó. Semáforo rojo, naranja, amarillo… rojo de nuevo.
Cada vez repetiremos con una visión diferente, un nuevo aprendizaje y mayor madurez. Y es sólo cuando hayamos aprendido todo lo que podíamos de cada repetición, que podremos avanzar y dar vuelta a la página. Con o sin COVID.
¿Has vivido o detectado alguna de esas etapas en ti o alguien cercano?